lunes, 4 de noviembre de 2019

Indagando científicamente - IE San Cristóbal (Pasco)





Proyecto Innovador de la I.E. San Cristóbal de Chaupimarca, provincia Daniel Alcides Carrión, región Pasco que participó en el Concurso Nacional de Buenas Practicas Docentes 2018. Siendo ganador, premiado y reconocido con Resolución Ministerial a los docentes de dicha Institución que dieron vuelta a la educación tradicional planteando nuevas estrategias para la mejora de los aprendizajes de los estudiantes.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Henry Charles Bukowski



Nacido en 1920, Bukowski no se parece a ningún otro autor de su generación. Ni siquiera del siglo. Autobiográfico, transgresor, directo y confesional, fue un poeta y cronista del submundo alcohólico de Los Ángeles. Sus más de mil poemas están escritos con líneas sólidas, imágenes claras y una voz íntima y descabellada. Sus novelas cuentan su vida de trabajos precarios, romances caóticos, y su devoción por la bebida y las carreras de caballos.



Sufrió pobreza, hambre y rechazo social. Trabajó 12 años en el servicio postal. Era un alcohólico empedernido y un devoto de las carreras de caballos. Descubrió la escritura y la lectura de chico, aunque le costó un enorme trabajo desarollarse como escritor. Nunca tuvo apoyo financiero de ningún tipo y no terminó la universidad, por lo que siempre trabajó en centenares de empleos precarios, en fábricas, de lo que fuera. Por fin, a los 50 años, pudo comenzar a vivir de su escritura.

Al final de su adolescencia, Bukowski tuvo su bautismo en el alcohol y en la escritura, los ejes principales del resto de su vida (salvando las mujeres y las carreras de caballos, que vendrían después). Sobre la primera vez que probó vino –robado de los barriles del padre de un amigo- escribió: “Era mágico. ¿Por qué nadie me lo había dicho? Con esto, la vida era maravillosa, un hombre era perfecto, nada lo podía tocar.”
Bukowski vivió hasta los 73 años (1994) bebiendo y escribiendo todos los días, hasta el final.

                                               POEMAS DEL POETA GENIO


A la puta que se llevó mis poemas


Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero? Usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones enfermos en el
rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de
cincuenta,
pero mis poemas no.
No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
“veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía.”

¿Bebe?

Deshecho, anclado saqué de nuevo
la libreta amarilla
escribo desde la cama
como hice el año
pasado.
Voy a ir al medico
el lunes.
” Sí doctor, las piernas flojas, vértigo,
dolor de cabeza y dolor
de espalda.”
“¿Bebe?”, me preguntará.
“¿ Hace los ejercicios,
toma las vitaminas?”
Creo que simplemente estoy enfermo
de la vida, siempre los mismos
factores fluctuantes
rancios.
Incluso en el hipódromo
veo correr a los caballos
y me parece
que no tiene sentido.
Me voy enseguida después de apostar
a las carreras que quedan.
“¿Se va?, me preguntará el
empleado.
“Sí está aburrido”
le contesto.
“Mire, si cree que es aburrido,
lo de ahí afuera”, me dice
“imagínese acá adentro”.
Así que aquí estoy
apoyado de nuevo en
las almohadas.
Nada más que un viejo
nada más que un viejo escritor
con una libreta
amarilla.
Algo sé
acerca por él
suelo
hacia mí.
¡Ah!, no es más que mi gato.
Por esta vez.-

Cómo ser un gran escritor



Tenés que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos.
sólo tomá más cerveza más y más cerveza.
Andá al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y ganá
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier boludo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
dormí hasta el mediodía.
evitá las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acordáte de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tenés capacidad de amar
amáte a vos mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es
necesariamente
una mala cosa.
quedáte afuera de las iglesias y los bares y los
museos
y como las araña sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quedáte con la cerveza
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarrá una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa
dale duro.
hacé de eso una pelea de peso pesado.
hacé como el toro en la primer embestida.
y recordá a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones
minúsculas
como te está pasando a vos ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza…
entonces no estás listo
tomá más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay
está bien
igual.

sábado, 20 de octubre de 2018

ARTHUR RIMBAUD

ARTHUR RIMBAUD




Jean Nicolas Arthur Rimbaud.  (Charlevillee, 20 de octubre de 1854 - Marsella, 10 de noviembre de 1891) fue un poeta francés. Abandonó la literatura a los diecinueve años para emprender un viaje que lo llevaría por Europa y África. A su modo de ver, el poeta debía hacerse vidente por medio de un largo e inmenso desarreglo de todos los sentidos. En vida, sus méritos literarios no fueron reconocidos pero, con el tiempo, se abrieron paso entre las nuevas generaciones.

EL BARCO EBRIO

Al tiempo que bajaba por ríos impasibles, 
Sentí que no me guiaban los hombres a la sirga: 
Aullantes pieles rojas, tomándolos por blanco, 
Los clavaron desnudos en postes de colores. 

Portador de algodón inglés, trigo de Flandes, 
Sin pena me tenían todos los tripulantes. 
Cuando acabó aquel ruido a la par que mis hombres, 
Me dejaron los Ríos marchar adonde quise. 

Entre los chapoteos de la mar encrespada, 
Yo, el invierno pasado, más sordo que el cerebro 
De los niños… ¡bogaba! Penislas a la vela 
Nunca experimentaron barullos más triunfantes. 

La tempestad bendijo mi despertar marino. 
Más ligero que un corcho bailé sobre las olas 
(Eternas trajineras de víctimas las llaman), 
¡Sin añorar, diez noches, a las bobas farolas! 

Más dulce que manzanas agrillas para un niño, 
Impregnó el agua verde mi cascarón de abeto 
Y me lavó las manchas de tintorros y vómitos, 
Dispersando el timón y el áncora de brazos. 

Y desde entonces bogo inmerso en el Poema 
De la mar, infundida de astros, lactescente, 
Tragando verdes cielos por donde a veces baja, 
Cuerpo arrobado y pálido, un muerto pensativo; 

Donde, tiñendo súbitos azules, desvaríos 
Y ritmos lentos bajo el rutilante día, 
Más fuertes que el alcohol y más que nuestras liras, 
¡Fermentan las amargas rojuras del amor! 

Sé de cielos que rompen en rayos, y de trombas, 
Resacas y corrientes; sé también del ocaso, 
Del alba entusiasmada cual tribu de palomas, 
¡He visto varias veces lo que ver cree el hombre! 

¡Vi al sol poniente, sucio de místicos horrores, 
Iluminando vastos coágulos violetas, 
Y lejos, cual actrices de antiquísimos dramas, 
Olas rodando al paso su temblor de postigos! 

¡Soñé la verde noche de nieves deslumbradas, 
Beso que asciende lento hasta los ojos mismos 
Del mar, circulación de savias inauditas, 
Y aviso azul y gualda de los cantantes fósforos! 

¡He seguido por meses, como a piaras histéricas, 
Embates de mareas contra los arrecifes, 
Sin pensar que los pies de luz de las Marías 
Domar pudieran morros asmáticos de Océanos! 

¡Creánme que he tocado increíbles Floridas, 
Donde ojos de pantera con piel de hombre a flores 
Se mezclan! ¡Y arcos iris bajo el confín marino, 
Tensados como bridas para glaucos rebaños! 

¡He visto fermentar vastas marismas, nasas 
En donde un Leviatán entre aulagas se pudre! 
¡Avalanchas de aguas en medio de bonanzas, 
Distancias que se abisman como las cataratas! 

¡Soles de plata, heleros, alas de nácar, cielos 
De brasa! ¡Horribles pecios engolfados en simas 
Donde enormes serpientes, comidas por las chinches, 
Con negro aroma caen desde torcidos árboles! 

Quisiera haber mostrado a los niños doradas 
De agua azul, esos peces de oro que salmodian. 
–La espuma en flor meció mis salidas de rada 
Y vientos inefables me alaron por instantes. 

A veces, mártir harto de polos y de zonas, 
La mar cuyo sollozo mi vaivén suavizaba, 
Me subía, de amarillas ventosas, sus corolas 
Brunas, y, cual mujer, de hinojos me quedaba... 

Penisla que columpia en sus riberas guano 
Y querellas de pájaros chillones de ojos rubios, 
Yo navegaba, mientras por mis frágiles zunchos 
¡Ahogados con sueño andaban para atrás! 

Así, barco perdido entre pelo de ancones, 
Lanzado por la tromba en el éter sin aves, 
Yo, a quien acorazados o veleros del Hansa 
No le hubieran salvado el casco ebrio de agua; 

Libre, humeante, envuelto en brumazón violeta, 
Yo, que horadaba el cielo rojizo como un muro 
Que sostiene, jalea exquisita gustada 
Por el poeta, líquenes de sol, muermos de azur; 

Que corría empañado de lúnulas eléctricas, 
Loca tabla escoltada por negros hipocampos, 
Cuando julio derrumba, a grandes garrotazos, 
Cielos ultramarinos en ardientes embudos; 

Que temblaba al oír, gimiendo en lontananza, 
Los Behemots en celo y los densos Maelstroms, 
Hilandero perpetuo de quietudes azules, 
¡La Europa de los viejos parapetos, yo añoro! 

¡He visto siderales archipiélagos, islas 
Cuyo cielo en delirio se abre al bogavante! 
–¿Son noches abisales en que exiliado duermes, 
Oh tú, Vigor futuro, millón de aves áureas?– 

¡Cierto: mucho he llorado! El alba es dolorosa. 
Toda luna es terrible, y todo sol, amargo. 
El agrio amor me hinchó de embriagantes torpores: 
¡Que mi quilla reviente! ¡Que me hunda en la mar! 

Si algún agua de Europa deseo, ésa es la charca 
Helada y negra donde en tardes perfumadas 
Un niño encuclillado, hondo en tristezas, suelta 
Un barquito muy frágil, mariposa de mayo... 

No puedo, marejada, inmerso en tu apatía, 
Escoltar ya el aguaje del barco algodonero, 
Ni traspasar orgullos de banderas y grímpolas, 
Ni nadar a la vista atroz de los pontones. 




MI BOHEMIA




Me iba, con los puños en mis bolsillos rotos…
mi chaleco también se volvía ideal,
andando, al cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel!
¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!
Mi único pantalón era un enorme siete.
––Pulgarcito que sueña, desgranaba a mi paso
rimas Y mi posada era la Osa Mayor.
––Mis estrellas temblaban con un dulce frufrú.
Y yo las escuchaba, al borde del camino
cuando caen las tardes de septiembre, sintiendo
el rocío en mi frente, como un vino de vida.
Y rimando, perdido, por las sombras fantásticas,
tensaba los cordones, como si fueran liras,
de mis zapatos rotos, junto a mi corazón.

FATE.